Con mi hermano sabíamos, que la «exigente» hinchada de nuestro Deportivo Cali no iría en masa al partido del domingo 31 de marzo frente al Cúcuta. El haber logrado un punto de doce en juego, el seguir con la sensación que desde las directivas no se toma en serio el equipo y que el grupo de jugadores además de inexperto es joven, como nuestro DT hacían del juego por Liga uno al que solo iríamos los que amamos al equipo por encima de cualquier situación y, por supuesto, aquellos que compartiendo este amor tuvieron el tiempo y el dinero para hacerlo.
El partido entonces se convirtió en el escenario ideal para hacer, en familia, algo que quedará en nuestra historia, en la de los Salcedo. Decidimos ir todos al estadio y con todos es todos, no quedaron sino las mascotas por fuera. A la cancha, en familia, sin que faltara ninguno.
Evidentemente el tramite del partido, el ver al Cali jugando (por fin) al fútbol, buscando generar desde el medio con Palavecino y Rodriguez, viendo a Andrade y sobretodo a Angulo ir e ir al ataque con sentido buscando a un Dinenno batallador y peligroso hicieron del juego algo especial. La victoria, que se veía llegaría sí o sí por lo que el equipo puso en cancha en actitud, despliegue y figura táctica fue digna de recordar, una inolvidable para nosotros. Gracias a Dios pudimos celebrar goles, abrazarnos y vitorear al Cali en familia, con el gusto de estar juntos, donde preferimos estar: en casa.
Les decía que será inolvidable porque mi viejo pudo estar con sus nietos en las gradas. Mis sobrinos debutaron en el Estadio Deportivo Cali vistiendo su uniforme completo, sin entender mucho a lo que iban, pero palpitando, a su manera, cada minuto de juego, cada voz de «¡Vamos Cali!» desde su inocencia y alegría por, insisto, a su manera, poder acompañarnos. Obvio gritaron «árbitro ladrón» con nosotros, quienes no sé cómo, logramos contenernos para no pasar a palabras mayores, obvio, es la liga del Cali.
Los niños sentados en el palco (porque por disposición no pueden ir a gradería al ser menores de cinco años) gozaron, sufrieron y gritaron a la par de mi madre quien no iba al estadio desde antes de que yo naciera, ella gozó incluso más que los niños o mi cuñada viendo a sus hijos abrazar la herencia de nuestro padre, el verdiblanco, entendiendo que su corazón había sido flechado por el primer amor de su esposo, mi hermano, el mío y el de papá. Los niños salieron cantando, alegres, emocionados y volverán, seguro, porque saben lo que se siente estar en familia con el Deportivo Cali.
Por nuestro lado pudimos relajar la mirada. Atrás quedó, al menos por un partido, el verso y vimos un verdiblanco buscando el arco rival. A Feiver metido, a un enorme, gigantesco Rivera y a un Caicedo acompañándolo como si hubiesen estado juntos toda la vida. Un medio campo que filtró bien, una defensa que cuando fue exigida respondió y un Camilo Vargas sacando las que tuvo que sacar y que, por cuarta vez nos deja el arco en cero.
Viene Guaraní por Copa Suramericana, los niños no irán ni mamá tampoco, ahí queda esa «cábala», pero tengo la tranquilidad que si el equipo sale y se aplica de la misma manera lograremos un resultado positivo. No estarán Rodriguez, Feiver ni Palavecino por no quedar inscritos (cosas que pasan, pero que no tienen presentación), tampoco actuarán Toloza, Déiber y Andrés Balanta que están con la selección Sub20, como dice el profe Pusineri, se van a entrenar, pero no a jugar. A esto sumémosle la ausencia por lesión de Matías Cabrera. Siete bajas. El momento para creer en la cantera llega en una instancia decisiva, sí, pero Caicedo y Rengifo Mosorongo, quien debutó el domingo, muestran que hay con qué.
Seguramente volverán Didier, Mosquera y tal vez Amaya. Será otra oportunidad para Carbonero, no sé, debería ser, ojalá le dé.
El jueves estaremos en la cancha seguramente mi hermano y yo solamente, porque el resto de la familia se queda en casa, pero con la alegría de no fallarle al equipo de nuestros amores, sabiendo que la siguiente generación ya dio el primer paso y que le gustó, así como con la tranquilidad que mi viejo pudo estar, ver y celebrar con nosotros sus hijos, así como con sus nietos un triunfo más de su Deportivo Cali ese que hizo también nuestro.
Vamos Cali, vayamos a la cancha, vuelvan los que se han alejado, pidan ir por primera vez los que siempre han querido, vamos, vayamos todos, que la victoria en familia es mucho mejor, recuerden, el Deportivo Cali tiene nombre, uno inmenso, pero no tiene apellido porque el Cali, amigos, el Cali somos todos y así no siempre sea el que queremos, es el que tenemos y, no nos digamos mentiras, lo amamos.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
@Germanchos
*Foto: Virginia Salcedo C.
Si . Lo amo con sus virtudes y defectos; que buen relato y mucha nostalgia me produce no poder estar en el estadio; desde la distancia sigo siendo el hincha mas fiel de mi equipo amado , que será siempre “ La amenaza Verde “ Un abrazo
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