Sí, «en el Cali, el equipo somos todos» dice una pancarta que vi en una de las fotos tomadas en la majestuosa sede de Pance del equipo mientras el plantel se prepara para su debut en la Liga Águila este segundo semestre del 2019 cuando enfrente como visitante al Atlético Bucaramanga.
«El equipo somos todos», eso dice y es un mensaje que se necesita hoy más que nunca, pero que, desde mi punto de vista, o como dice nuestro DT, «a mi entender» aparece tarde, tristemente tarde.
«En el Cali, el equipo somos todos», pero no desde esta semana o este año, no, lo hemos sido desde que nos fundaron y refundaron, desde que nos pusimos la verdiblanca por primera vez. Lo hemos sido en cada victoria y en cada derrota, en las celebraciones y en los lamentos. En las lagrimas de alegría o pena.
«El equipo somos todos», sí, TODOS, asociados, hinchas, simpatizantes, jugadores, canteranos, cuerpo técnico, médicos y hasta los periodistas (así no quieran o quieran demasiado).
Todos, acá estamos para sumar y lo hemos hecho desde varios frentes. Están los que apoyan con ideas, con gestión, con consejos, pagando sus boletas, pagando sus cuotas, motivando a hinchas desmotivados, calmando a hinchas energúmenos, manejándole la vanidad a los jugadores, aterrizando a los que flotan, viviendo por y para el Deportivo Cali como debe ser.
Los he visto, he trabajado con ellos, lo hemos hecho por gusto, porque al Cali lo amamos como a un hijo, un hermano, un padre, una madre o lo que vos querás que sea único en tu vida.
Por eso ese «somos todos» de hoy, aunque es cierto y se necesita. Lo siento postizo, lo siento lastimero, lo siento poco sincero más viniendo de una Comité ejecutivo en donde el maltrato al hincha ha sido la constante, en donde burlarse del critico, atacarlo, humillarlo y perseguirlo hasta cansarlo se volvió el pan diario de prácticamente cada día.
Tengo mal contados, doce amigos y/o conocidos que cuando empezó el 2018 eran, como yo, asociados y hoy, con sus motivos que respeto, prefirieron dejar de serlo simplemente porque no encontraron eco a sus observaciones, algunas pasadas de tono, cierto, pero todas desde la pasión y el compromiso de un asociado de verdad interesado en lo mejor para la institución, nuestro Deportivo Cali.
Por mi lado he hecho lo que he podido, cuando me han buscado he acudido y en lo que he podido he ido más allá que solamente pagar una cuota. Generamos ideas, abrimos debates, cerramos brechas y proponemos. Para rebotar en un muro (salvo una pequeña ventana con nombre y apellido) de indiferencia e indolencia.
Quiero, anhelo, busco y solo haré lo que sea lo mejor para el Deportivo Cali porque desde hace 40 años forma parte de mi vida y se quedó ahí, clavado en mi corazón como una razón más para levantarme cada día.
Es una verdadera lástima que este «En el Cali, el equipo somos todos» llegue cuando muchos (posición que respeto, faltaba más) optaron por dejarlo a un lado, por mirar para otra parte, guardar silencio, por no interesarse más en su primer amor y no por falta de sentimiento, sino por la falta de empatía, de sensibilidad y de humildad de quienes presiden el comité ejecutivo. Ya no somos todos, presidente Mejía, muchos ya no están.
Los muchachos, los valientes muchachos que le ponen el pecho a la brisa y la cara a la prensa, el profe Lucas Pusineri con su inquebrantable convicción y fe son los que nos queda para enfrentar una Liga que viviremos en dos tablas: la de posiciones y la del balance financiero. Más que un reto para el plantel, fuerza muchachos, estoy con ustedes y lo estaré cada vez que pueda en nuestro estadio, con mi camiseta y mi aliento. Creo en ustedes y estaremos juntos pase lo que pase, porque por más que quieran alejarme, no podrán.
Arranquemos con toda, si caemos levantémonos rápido, luchemos hasta el final, hasta la última gota de sudor, con inteligencia, con entrega, como los profesionales que son, que somos. No hay de otra, no podemos fallar y nosotros, ustedes en la cancha y los de la gradería optamos por no tener excusas y cumplir con lo que tenemos por delante: hacer del Deportivo Cali, quieran o no, el equipo de todos.
Vamos Cali, vamos carajo.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
@Germanchos
*Foto: Twitter oficial Deportivo Cali
Con todo respeto comparto su opinión y sus palabras las siento que salen del alma, pero tengo una pregunta y me gustaría la respuesta pero no de usted; si no de los socios qué siguen callados y no le colocan un freno a esto.»porque tanto silencio»
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Los acompañaré desde la distancia, deseándoles muchas ganas y entrega por esa camizeta y como dices al Cali se le llevas en el corazón en las buenas y en las malas. Excelente su cronina. Un abrazo
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Hola Germanchos.
Sigo muy atentamente sus escritos y me parecen muy coherentes, sin embargo en esta ocasión no estoy de acuerdo con la afirmación de que El Cali somos todos y lo agirmebto en lo siguiente:
Para mi, el problema en realidad no es el Señor Mejía, ni Paz, ni Martinez; el verdadero problema es que el Cali como empresa no evolucionó, se quedó enquilosado en el tiempo, de lo que antes nos enorgulleciamos, «Somos el único club de Colombia» hoy es un sistema mandado a recoger. Yo personalmente en cuestión de fútbol no creo en democracias, está demostrado que los modelos que hoy en día funcionan son aquellos donde hay uno o un grupo de inversionistas que ponen el dinero, contratan un presidente pagado y toman las decisiones. El Cali es una empresa muy atractiva para muchos inversionistas: Estadio, centro de alto rendimiento, sedes y la mejor cantera del país. La solución no está en Mejía, ni Martinez, ni Cuartas. La solución está en los socios que de una buena vez deberían ponerse de acuerdo y cambiar esos obsoletos estatutos.
Gracias por la atención.
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Gracias. El cambio de estatutos es una necesidad para la modernidad del club, cierto, pero en el tema de las inversiones hay que revisar muy bien cómo quedaría y en qué sentido se haría, porque es abrir una puerta que después no podría cerrarse.
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