
Todavía no lo supero, lo recuerdo y lo vivo con vergüenza, esa que parece ya pocos en el Deportivo Cali tienen, fue una tarde diferente a las habituales. Recuerdo que levanté la mirada para ver el tiempo jugado, mire al tablero, ahí, en norte, sobre la gente, esa misma que salió temprano de trabajar, que sacrificó tiempo con su familia, que invirtió dinero en el viaje, que se mojó, que camino entre el lodo y se ubico en la grada, sí, los veía como a mi, impotentes al minuto 86. Poco nos quedaba de partido, como poco a los jugadores del Deportivo Cali de verdadero amor por el escudo. Poco y nada para la defensa de su honor profesional o de nuestros colores, nada los vecinos nos ganaban el clásico, con nueve hombres. Papelón por el que nadie responde, aun no.
Esa tarde, el 05 de marzo, hice lo que he venido haciendo habitualmente, por acelerar la salida mas que otra cosa, y fue el aprovechar una detención, comunes entre los visitantes al cerrar los encuentros, para levantarme de mi silla y hacerme en la entrada a la grada en la lateral sur con occidental. Desde ahí, frío, pero no tanto como el pecho de los verdiblancos en cancha, vi como Wilmer Roldán levantaba la mano, sonaba el silbato y señalaba el centro del terreno para ponerle fin a la peor humillación vivida, al menos por mí, en el Estadio Deportivo Cali. Pensé que ese sería el fondo de donde empezaríamos a impulsarnos para salir, para superar un momento en el que nosotros mismos nos metimos, pero no, no habíamos terminado, podíamos descender otro poco.
Cerró esa noche con una rueda de prensa entre absurda e insulsa, ni Cardenas llorando hizo tanto mal en un espacio como ese. Promesas, respaldos, pero poca, muy poca autocritica y menos vergüenza.
Pasaron los días, solo un par, para que desde la barra decidieran, abusando de la nobleza -con sospecha- de la administración del club y el estadio e ignorando cualquier razonamiento lógico realizar un acto sin sentido para mancillar nuestro nombre y la propiedad aún más. De no creer.
Hablamos mucho, señalamos para todas partes, repartimos la culpa. Que el clima, que los árbitros, que la resaca por el campeonato. Hay tantos responsables que nadie responde y, peor aún, los llamados a hacerlo se han vuelto expertos en escurrir el bulto señalando a otros desde un atril distante, egocéntrico y soberbio.
Acá hablamos del anterior presidente del club por su manejo, dije que es uno de los peores que hemos tenido, no porque sea una mala persona o de poco éxito en sus otros negocios, no, sino porque no quiso escuchar, no atendió a los llamados preventivos de nadie y se dejo llevar por un afán vanidoso de figurar y, por supuesto, alcanzar su beneficio personal, como lo hacen muchos de los que llegan al Cali en donde, al parecer, venir a sacar antes de dar es un requisito para estar.
Los asociados, sabiendo que el centro es el fútbol y que desde ahí se construye, votamos por un nuevo comité. El 60% de los que estábamos habilitados lo hicimos reeligiendo a Marco Caicedo como presidente con 365 votos de los 605 posibles. A Marco lo acompañan en este comité Luis Fernando Mena, Gabriel Robayo, Harold Lozada MD y Eduardo Calderón. Administración, cantera y resultados deportivos su consigna.
Con su visión, misma de la mayoría de los asociados, se gestó la décima estrella que celebramos. Un equipo balanceado entre experiencia y cantera con un DT por cuyas venas corre la sangre azucarera. Celebramos unidos, sí, celebramos. Gracias.
«El profe Rafael Dudamel ha entendido cuál ha sido la dinámica de la institución, está comprometido, y es una gran técnico y gran estratega, y estamos muy contentos con el trabajo del profe», dijo Marco Caicedo a El País en una nota tras su reelección antes de coronarse campeón.
Pues de ese Dudamel que había “entendido la dinámica de la institución” no queda mucho o fue que en algún momento de la celebración, recordemos que el titulo no lleva ni tres meses de conseguido, esa dinámica de la institución cambió, ¿Será?
Perdimos fichas clave del primer equipo, del equipo campeón. Renovamos elementos que tranquilamente pudimos reemplazar por otros, no negociamos a tiempo, actuamos como novatos, nos dejamos llevar por la emoción y por un “después lo hago” que en este momento cuesta al punto de la humillación.
Sí, es cierto, cada uno de los que salió fue reemplazado. Dicen, no me consta, que por pedido expreso de Dudamel quien está, aparentemente, un peldaño mas arriba de los demás desde que celebró el titulo que logramos en comunión hinchada-equipo. No fue solo suyo profe, por si acaso.
Llegaron jugadores sin ritmo, sin ADN verdiblanco ni mucho cartel, llegaron nombres, sí, pero no hombres. Hasta ahora poco y nada han aportado, salvo en lo que han sumado a “la dinámica de la institución” porque esos refuerzos han aplazado, por decisión exclusiva del cuerpo técnico, pero permitida por el director deportivo, gerente y comité, el que disfrutemos del regreso de nuestros canteranos Congo y Lucumi, así como la salida a cancha de Camargo que, a mi juicio, tienen mucho mas en sus piernas y espíritu verdiblanco que lo que ofrecen Mosquera o Leyton.
Recuerdo lo que celebramos cuando Rafael decidió sacar a Juan Camilo para poner a Juan Esteban, o cuando la cinta de capitán pasó a un verdadero líder. ¿Qué se hizo ese Rafael? ¿En qué “dinámica institucional” se perdió?
Pregunté, obvio, las respuestas fueron escuetas, dispersas e incluso vacías, insisto, hay tantos responsables que nadie responde, pero tendrán que hacerlo, porque perder por gusto y seguido no se lo aguanta nadie y menos cuando sos el campeón.
¿Operaste por interés o te llenaste de ego? Esos defectos nos tienen donde estamos, no sigamos alimentando eso por favor. Dejemos la terquedad aparte y el orgullo que sea verdiblanco, no personal. Amor declarado y demostrado por el escudo, los colores, la institución nada más.
Tenemos varias fechas por delante de la Liga BetPlay, no creo que clasifiquemos, no si la responsabilidad es evadida y achacada a las emociones, no con el actual rendimiento de los jugadores en cancha y no con un DT que inexplicablemente, sigue insistiendo en los mismos nombres sin darse cuenta, como lo vemos todos los demás que lo que necesitamos, hoy más que nunca, son hombres.
Rafael gracias por la décima a vos, los muchachos, la hinchada y el comité, gracias de verdad, una alegría necesaria, esperada y deseada, pero, en 90 días le quitamos brillo al trofeo y a la estrella, nos entregamos a la oscuridad del no saber actuar correctamente, del error repetido, de la soberbia y el mal trato, de perder de vista el objetivo por pura falta de humildad. Insostenible.
Gracias por la décima, pero no sé cómo los muchachos se aguantan saber que delante de ellos pueden poner un bulto de papas como titular y no pasa nada porque, insisto, hay tantos responsables que nadie responde.
Señores del Comité Ejecutivo, si las reuniones del comité de fútbol, si es que las hay, son como la rueda de prensa tras el clásico perdido, no se reúnan más. Tomen correctivos y háganlo. Que responda alguien, que dé la cara y ponga lo que debemos poner: compromiso y responsabilidad. En sus manos queda responder ante la historia, ante los hinchas y próximamente, ante la asamblea.
No nos temblaron las manos para aplaudir el título, no nos temblaron para levantar la copa y pusimos la cara en cada vídeo y foto con el trofeo. Hora de mostrar esa misma firmeza para corregir, ya estamos tarde, pero nunca es tarde para hacer lo correcto.
No sé si nos veamos en el estadio, pero nos leemos por acá.
* Nota completa efemérides de El País Cali aquí
** Foto: LiderEnDeportes.com