En Deportivo Cali las voces de aliento, las palabras de agradecimiento, los momentos para celebrar se eclipsaron hasta consumirse en un caudal de lamentaciones, justificaciones, excusas e insultos. Todas ellas manifestaciones validas dentro de la realidad de un club que afronta uno de los momentos más complicados de los últimos tiempos derivados de malas decisiones, permisividad, administraciones deficientes y mal manejo, sobre todo, del eje de la institución: el fútbol. Un momento para reflexionar, tomar aire, impulso y decir, expresar, mostrar que si querés, aquí estoy para vos.

Perdemos, minuto a minuto, tiempo y dinero explorando y ensayando con modelos que, en otras latitudes incluso no muy lejanas, funcionan, pero que en el Deportivo Cali extrañamente no. La mezcla de la cantera con jugadores experimentados, los referentes.

Se nos van los días aprendiendo hacer lo que en otras épocas hacíamos tan bien que hasta nos copiaron. Nos perdimos, nos dejamos ir, nos estamos consumiendo en modelos futbolísticos que no son los que el club requiere y menos nuestra realidad. Tenemos una historia, un ADN, aunque contaminado, que apunta al fútbol espectáculo, al equilibrio y la ambición, no a la soberbia, menos a la mediocridad. ¿Qué pasó?

Desmotivados unos, inflados los otros. Esos son los jugadores que tenemos para meterle miedo a los rivales. Desarticulados, perdidos y sin hambre de gloria, esos son los que tenemos para ir por todo en los torneos. He ahí el resultado, dos eliminaciones y un semestre que depende de dos partidos, uno en casa, en donde nos ha ganado todo el mundo este semestre y otro por fuera en donde ganar depende de algo más que el talento.

Eliminados, sin fútbol, sin ganas y nadie dice o hace nada, ni una sola autocritica, un mar de recuerdos, justificaciones y excusas, nada más. Ya es hora de tomar el toro por los cuernos y asumir liderazgo, entendiendo por supuesto que el palo no está para cucharas, pero tampoco estamos para seguir soportando esto.

Evidentemente el amor del hincha se fue reservando para mejores tiempos, porque la pasión nunca se acabará, pero tras los malos resultados son y con razón, los cuestionamientos e insultos los que llenan el aire en el Estadio, las redes sociales, las sedes…bueno, al menos para los que el club es algo mas que una foto por tomar, un turco donde sudar o una excusa para socializar.

Sigo agradecido por la gestión que nos permitió traer el animo y la energía para que la décima llegara, pero no tanto con lo que vino después. Faltó peso para decir “no” y velocidad para decir “sí”, nos quedamos cortos, nos perdimos entre lo efímero que puede ser un triunfo dentro de una realidad que, si no le metemos la mano y lo hacemos todos ya, será una de las mayores derrotas que tengamos como institución.

Deberíamos acabar con los diagnósticos, los tenemos todos, ya deberíamos cesar el señalar y marcar las diferencias, las conocemos con lujo de detalle y ya deberíamos dejar de meternos cuentos y fábulas, pues estamos en una realidad innegable que no permite que las promesas se sigan convirtiendo en ley y menos que el ego, la vanidad y la soberbia no nos dejen ver las estadísticas como lo que son: la verdad.

Dos partidos nos quedan, dos nada más para cerrar una si no es que la peor, campaña en mucho tiempo. Es indigna de un club que clama, urge, porque su entorno, asociados, hinchas, deportistas, prensa y demás, diga: “aquí estamos, vamos a sacarlo adelante”. Obvio, diga y haga, porque es de voluntad.

Los resultados en estos dos partidos nos darán una luz acerca de si lo lograremos o si por el contrario, las ganas de figurar, de sacarle al Cali antes de darle, por un retuit o un like, pueden mas que el amor ese que a pesar de estar en el sótano del infierno, nos da para abrazar la bandera, el escudo y los colores para decirle desde el corazón, estamos mal, sí, pero nunca estaré lejos. Nunca te dejare porque, si querés, aquí estoy para vos.

Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.

*Foto: Twitter Deportivo Cali, cuenta oficial.