Lo de Deportivo Cali viene analizado, diagnosticado y evaluado desde antes de levantar el trofeo en Ibagué, desde antes de entregar el mandato Martínez, desde cuando era la Copa Mustang y si me apuran, desde 1958. Siempre se ha sabido, algunos han venido a meter mano, otros a quitar del medio manos y otros solo a sacar, porque eso de darle al Deportivo Cali como que no se usa mucho ya. Parece se trata de defender lo mío, buscar lo tuyo y que, perdón la expresión, que se joda lo nuestro.

La noche del 29 de junio el azucarero recibió por Copa Suramericana al Melgar de Arequipa. El partido quedó cero a cero, no por virtud propia, sino porque el cuadro peruano no tuvo quién la metiera y las pocas que tuvo Guillermo de Amores, nuestro arquero, las sacó.
Sí, es un Deportivo Cali de dos piezas, al menos el de esa noche, De Amores y Kevin Velasco. Tal vez un poco de Burdisso y el regreso de Mera, pero hasta ahí. El resto del equipo en la misma tónica del 2022, jugando a no ganar, caminando, tranquilos, haciendo firuletes insulsos, perdidos, sin alma, sin sentir compromiso. Idos.
Un equipo desordenado, jugadores desubicados, erráticos y sin criterio para manejar los tiempos del partido e incluso la pelota. Un DT que desde la raya exhibe una lirica sin par, misma que lleva a los micrófonos para invitar, descaradamente a los hinchas a mirar a otro lado o para sacarle brillo al trofeo logrado en diciembre del 2021. Rafael, ya ese brillo no es suficiente para iluminar la oscuridad en la que el club está.
Tres ausentes, dos modificaciones, eso tuvo el Cali ante Melgar diferente del Deportivo Cali que le ganó a Boca un par de meses atrás. Meses en los que uno entendería el entrenador, revisando que fue eliminado de la Libertadores, también eliminado, esta vez por un equipo de la B, de la Copa Betplay y que terminó de 19 entre 20 equipos en la Liga Betplay haría cambios para mejorar, pero no, al contrario, el equipo no funciono. ¿Hay verdadero trabajo ahí? ¿Hay voluntad en el campo?
Lo mío y lo tuyo se ha ido viendo entre nombres que suenan para llegar y aquellos que se enfundan la camiseta del otrora Glorioso. Al parecer el director deportivo ya no pesa, el DT se queja que no lo consultan, después de traerle todo lo que pidió independiente de la necesidad del plantel y mucho menos del talento. Está todo roto, no hay otra explicación y en ese lleva y trae, quedamos los hinchas en la mitad, alguno ya haciéndose a un lado, procurando rescatar algo de lo nuestro.
La intimidad del club es de manejo público, y no debería, pero la transparencia obliga, eso sí, la realidad nos abraza como canterano a copa recién ganada, desconocerlo es equivocado.
El tema sigue, los que deben hablar callan, los que deben callar, hablan. Los que deben hacer, delegan; los que delegan no revisan y los que revisan, no evidencian fallas. Todo sigue en su curso natural del yerro, así será difícil, por no decir imposible, corregir.
Se cree en las personas, su talante y su historia. Se confía en los proyectos, en su planteamiento y lógica, pero lo que se evalúa son las acciones, los resultados que, salvo por el título, – el más costoso de la historia seguramente-, no son hasta ahora, positivos. Por eso la Asamblea de asociados del Club se expresó y tenemos como asociados una oportunidad para buscarle una salida a todo esto, habrá que hacer ajustes, por supuesto, urgentes y contundentes, no hay más tiempo ni plata para mal invertir.
Equipo que no camina, que no rinde. Jugadores en generosa zona de confort, sin exigirse y sin exigencia. Un DT amarrado a un gran recuerdo y a una posible indemnización que hace con el club, supuestamente de sus amores, lo que mejor le convenga sin pensar en nada diferente al ego. Soberbia pura y dura. Un Comité Ejecutivo que no termina de acoplarse, lleno de buenas intenciones, pero decisiones que no las acompañan y una hinchada agotada, molesta, intranquila y alejada. Panorama que dista diametralmente del “Amor de primavera” del pasado diciembre, ¿no?
Volvamos a lo de la Asamblea, el pasado 21 de junio hubo citación, fuimos menos de los que siempre vamos. El próximo 11 de julio será el segundo llamado, ahí estaremos ojalá ya no con más radiografías, diagnósticos ni posiciones demagógicas o discursos de rockstars, sino con soluciones de verdad, realizables y que podamos ejecutar a la brevedad de la única manera en que se puede sacar algo adelante, en conjunto.
Lo mío, lo tuyo, en el caso del Deportivo Cali, es lo nuestro. Si no lo sentimos, ni lo vemos así, la historia hará de la realidad un recuerdo y de ellos, al final, poco quedará. Vamos Cali.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.
*Foto: archivo personal