Listo, llegamos al fondo. Ya la vergüenza supera a cualquier intención o deseo de tener algo diferente, nuestra realidad es una, innegable, indefendible y sin atenuantes. Mucho se dice de lo que pasa dentro del Deportivo Cali, mucho ya se sabe porque las evidencias son elocuentes desde las estadísticas y la matemática, elementos que, por más elegancia que se use para presentarlos, no mienten. Como la pelota, cuando va corta y al pie, ahí nunca miente.

Hay preocupación, temor y mucha desazón muy bien justificada en un equipo que no despierta, que no corre, que no se mueve sumada a una institución que parece solo dolerles a aquellos que desde su posición no pueden hacer nada, mientras los llamados a hacer, por obligación y compromiso, siguen mas interesados en sus temas particulares que en los comunes, en los nuestros como asociación deportiva.
El pasado 02 de agosto Deportivo Cali sumó una nueva derrota en este 2022 al que ya no le cabe un adjetivo para describirlo desde lo deportivo. Acostumbrados a perder, a que cualquiera venga a nuestro estadio a hacer lo que se le antoja mientras los entrenadores, otrora baluartes del club, hoy ídolos (no en consenso), se rascan la cabeza, buscan excusas, razones y qué hacer para que lo que se habla en Pance, lo que se hace en las sedes salga, al menos en intención, en la cancha de Palmaseca, pero no, no sale media y no es solo mala suerte, no, es falta de talento, de nivel y, por lo visto en la noche del martes, hasta de voluntad.
La situación económica del club obliga a trabajar con una nomina ajustada a esa realidad, nomina que no es costosa, lo que no la hace barata y mucho menos descartable. Tenemos una nomina que si bien no es de lujo es, para nuestro fútbol nivelado hacía abajo, suficiente para pelear una posición en la tabla que permita respirar. Sí, se puede decir que es mediocridad y conformismo, más para un club con la historia del nuestro, pero el pasado no juega y menos cuando el futuro pareciera, a este paso, tampoco lo haría.
Dependemos de lo que venga de la cantera, pero los pelaos no están finos. Regularmente me cuestiono por eso, por qué es lo que pasa con estos muchachos que durante su formación ganan todo, pero al llegar a la profesional esa racha de triunfos se acaba y se quedan estáticos ante la primera derrota y de a poco se acostumbran a perder.
Evidentemente a nadie le gusta perder, a nadie menos al hincha del Cali que, aunque se puede discutir mucho sobre su presencia en el estadio y lo incondicional de su apoyo en algunos sectores nunca espera, desea o busca que el equipo pierda y mucho menos que lo haga porque no se lucha, porque no se pelea.
Pareciera que el equipo está parado, que el aire de los balones fuera diferente, que el perfume los tuviera mareados y que el discurso del hincha no le llegara al corazón. Hay que ganar, hay que hacerlo ya y recuperarse. El fútbol es la válvula de todo y no está funcionando.
La responsabilidad de los resultados es del director técnico, en este caso el recién llegado Mayer Candelo y de sus dirigidos, todo el plantel, no solo los disponibles mental y físicamente, todos. Hay unos que no están para la línea titular y otros que ya no están para el Deportivo Cali, hora de enfrentar lo que viene así, con los que son, con los que quieren y que ese “querer” sea con actuaciones sobresalientes, goles y victorias.
Para que esto funcione debe existir un Comité Ejecutivo que no sea solo de compañía, sino que de verdad lidere y sepa, así no tenga experiencia, pero si la formación, ir al frente en este momento con responsabilidad y entrega, libre de ego, soberbia e individualidad. Libre de favores por pagar, intereses personales -visibles u ocultos- y, sobre todo, transparente desde la operación.
¿Es nuestro Comité Ejecutivo uno así? Al elegirlo pareciera que sí, el titulo mostró que era posible y las decisiones, algunas por obligación otras enmarcadas en un plan sobre la nomina tanto administrativa como deportiva también hablarían de tenerlo, pero las acciones, la realidad financiera, las declaraciones y el ambiente en general, sumado a los resultados deportivos evidencian que no solo se perdió el liderazgo, sino que es posible que ni siquiera sea el Comité como tal quien esté al frente del Club.
Dice la prensa local, hoy 03 de agosto, que nuestro presidente Marco Caicedo habría renunciado, otra vez, a la presidencia, no al comité, para cederla al vicepresidente Luis Fernando Mena y que desde ahí se buscaría apuntar a un liderazgo mas enfocado en lo deportivo teniendo como eje la cantera. Pues, estamos demorados en esos cambios porque al final lo que se buscan son acciones, no promesas y ejecuciones, no solo los planes. Hay que moverse, ir al frente, actuar.
Deportivo Cali urge por un giro, no solo económico, sino de rumbo. Urge que le demos la vuelta al tema entre todos los que podamos ir mas allá de una amenaza, señalamiento o insulto. Urge que los que lideran acepten que mucho mas no harán y consideren el dar un paso al costado para que otros que ya hicieron u otros que saben, y tienen los medios para apoyarse, lleguen a aportar, de lo contrario la declaración de insolvencia y/o la venta serán las únicas salidas a esta situación.
Me preguntaron por lo que pienso, eso es, como hincha sigo enamorado del club atendiendo cada cita que el horario me permita, honrando sus colores y portándolos con orgullo. Como asociado dejando mi aporte puntual, vigilando la gestión, cuestionando en los escenarios indicados para eso y dando, dando antes de buscar sacar.
Hay que cambiar, y ya, corregir lo que no funciona ni funcionará, suspender aquello que no ha dado resultado y sumarse a los planes de, aunque es un termino alarmista, salvación que el club requiere sin importar nada mas que la Asociación Deportivo Cali.
Es de hacer, es de poner y es, sobre todo, de aceptar el error y de una buena vez, corregir.
Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá
*Foto: Archivo particular