Papá me llevó al estadio por primera vez hace poco más de 45 años. Fuimos a ver al equipo de sus amores, el Deportivo Cali. Desde entonces supe que también sería el mío, para siempre. Papá solo se hizo asociado años después, lo disfrutamos mucho, en la cancha de madera de la Alex Gorayeb, en los encuentros con el “Pibe” Valderrama en el parqueadero y por supuesto, en la tribuna del Pascual Guerrero, luego en nuestra casa, el Estadio Deportivo Cali.

Luego el turno de asociarme fue mío y, con todo y todo, he estado ahí, aquí, desde mi sentir como hincha, mi aporte al comité que así lo han sugerido o pedido, así como para aportar a hinchas que no tenían cómo llegar al estadio, o entradas. Todo, porque así lo aprendí. Al Cali hay que darle antes de buscar que te dé, porque lo hará, pero es una recompensa que no podés consignar en un banco.

El Deportivo Cali ha sido siempre una institución deportiva de respeto y admiración incluso para muchos, ejemplar, pero por los motivos que todos hemos conocido nuestro club ha venido sufriendo el día a día los últimos años, poniendo en riesgo incluso, su insignia y reputación.

Se pudo hacer mucho antes, seguro. Pero el ego, las diferencias personales, las promesas hechas de aire y humo pudieron más que la sensatez. Se perdió el foco, se perdió el sentido y de a poco, se fue perdiendo lo que nos hizo lo que fuimos, el fútbol y el enfoque en él, no como negocio de algunos, sino como la dicha de todos.

Entiendo, los tiempos no son los mejores, pero para eso estamos los que preferimos hacer, que hablar y es hora de que nos movamos todos como Institución, a generar y permitir los cambios que el Cali necesita, desde lo estructural hasta la cultura verdiblanca.

Es por eso que decidí ir a la oficina de atención al asociado para inscribirme como aspirante a ser elegido por la asamblea de asociados/as del Deportivo Cali como quinto miembro del Comité ejecutivo presidido por Guido Jaramillo y en el que lo acompañan Eduardo Calderón, Humberto Arias Jr. y Diego Quintero.

Acepto que di votos en el pasado de los que hoy debo sentir dolor y vergüenza. Lo sé, aprendo al equivocarme, pero soy de los que corrige con humildad y velocidad.

Somos cada vez más los interesados en que nuestro “Glorioso” supere este momento y no lo haremos solo los asociados/as, como muchos creen, es más, junto a mis votos hubo el silencio y otros compromisos de asociados/as que claramente no fueron ni oportunos ni suficientes.  

Es tiempo de reconocer al Cali como una institución que se debe al fútbol, que se debe a la comunidad que la rodea y darle a cada hincha su valor porque lo que la hinchada viene haciendo, lo que los seguidores en el mundo entero quieren hacer es notable, de aplauso sentido y largo.

El club requiere de cada uno de sus miembros, de sus puntas, asociados/as, hinchas, jugadores y jugadoras, canteranos, colaboradores/as, seguidores, todos, para lograr, vía labor comercial y de marca, ingresos frescos, así como, rápidos que no le signifiquen al club gastos pues esa tarea, la de bajarlos, la viene ejecutando el Comité actual de la mejor manera posible. La posibilidad de no estar en primera riñe con la situación económica, es verdad, pero se puede superar una mientras se soluciona la otra, siempre, con la pelota limpia y el fútbol como eje de todo.

Además, dentro de lo necesitamos para atraer el capital necesario para potenciar lo nuestro, urge lograr que del Cali se hable bien, no es que desconozca o tape la realidad, sino que se resalte como es debido nuestro valor histórico, de nuestros colores, escudo y marca.

Igualmente, es importante la apertura, el ir diciendo, “basta” a lo que no funcionó, se quedó en el pasado o, peor aún, no nutre al club como nutre a otros. Es momento, como nunca antes, de abrirse a cambios, por ejemplo, de cómo recibir ideas e iniciativas, insisto, sin que impliquen gastos, para entre todos decir: “Aquí estamos por vos, para vos” y lograrlo. Mucho se ha quedado quieto hasta llegar al olvido, no debe pasar más, moverse es vital, para adelante que la única “vuelta” permitida, sean las olímpicas.

Es momento de darle al Cali y no de esperar que el Cali nos dé. Lo deportivo está excluido, porque sé que nos dará y mucho, pues al tener a los equipos de fútbol profesional masculino y femenino, en el centro de la atención y en comunión con la hinchada, las victorias serán lo habitual y en su entorno habrá la tranquilidad de una marca respaldada comercialmente, generando desde su valor y nuestra labor, ingresos frecuentes y frescos.

Así pues, agradecido por los consejos de varios asociados y asociadas, de jugadores y exjugadores, de miembros del entorno del club, así como manifestaciones de apoyo, advertencias, algunas opiniones en contravía de lo que se es y desea,  decidí postular mi nombre esperando, como debe ser, a que la Revisoría Fiscal de la Asociación Deportivo Cali dé su concepto, ojalá favorable, para continuar con el proceso de aspiración a llegar a ser el quinto miembro del Comité Ejecutivo el próximo 11 de junio.

Decidí lanzarme y aportar lo que pueda para que este Comité Ejecutivo, vital para el presente, pero más para el futuro, logre junto a asociados/as e hinchas, la dinámica que nos permita seguir siendo ejemplares, no solo en lo deportivo y como institución, sino también en el proceso de conversión que decidimos en la Asamblea aprobar para convertirnos en S.A.

Lo dije, me tildaron de loco, me llamaron valiente; me felicitaron, me insultaron, pero todo eso suma, nutre. Lo importante es que lo hice: me lancé.

Lo que había por salvar, se salvará, pero no por mí, sino por la comunidad Deportivo Cali y la grandeza volverá brillar, no a ser recuperada, por sí misma cuando todos busquemos lo que el Deportivo Cali requiere, foco, puntos, ingresos transparentes, unión y darle al Cali más, mucho más, de lo que el Cali le da a quienes lo rodean.  

Gracias de verdad por sus voces de aliento o desaprobación, cada opinión nutre el conocimiento y cada diferencia, enseña, eso también le aprendí a mí padre; ah y perdón el escrito largo, pero sé que terminaremos, de una u otra forma y en nuestra democracia, con un ¡Vamos Cali!

Nos vemos en el estadio, nos leemos por acá.

*Foto: Archivo particular.